martes, 29 de octubre de 2024

Un momento... La dulce paz de Dios

 


UN MOMENTO CON DIOS

La dulce paz de Dios

 

“¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura”. (Isaías 55.2)

 

Dios no sólo nos habla a través de Su palabra, y de personas y de circunstancias, sino que también nos habla mediante Su paz. Colosenses 3.15 remarca: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos”. Otra forma de traducir el versículo sería: “Que la paz de Cristo sea el juez en vuestro corazón, establecida definitivamente en todos los asuntos que puedan surgir”.

La paz de Dios puede actuar como juez en nuestra vida. Puede establecer qué actitud nuestra forma de reaccionar a los eventos que nos suceden. Así es como funciona: quizá pensemos que algo es la voluntad de Dios. En ocasiones, las cosas han ido bien. Seguimos adelante, pero entonces nos sentimos totalmente perdidos. Algo dentro de nosotros nos dice: “No lo hagas”.

El Antiguo Testamento cuenta la historia de un grupo de personas inteligentes conocidas como los gabaonitas, que vivían en Canaán. Dios ordenó a Josué que no llegara a ningún acuerdo con los habitantes de aquella tierra. Así que los gabaonitas se vistieron con ropas y zapatos viejos y se hicieron pasar por gentes de un país lejano. Le dijeron a Josué que habían venido a hacer un trato con él. Y Josué, sin darse cuenta, llegó a un acuerdo con sus enemigos, porque no consultó al Señor.

Ese allí un ejemplo de como las cosas pueden parecer bien por fuera, siendo que el resultado final para nosotros, puede al final, sin saberlo, alejarnos de los caminos del Señor.

Por ello, tengamos cuidado. Aprendamos a escuchar esa voz apacible, esa inspiración que surge naturalmente dentro de nosotros, que no es más que una señal de la paz que Dios nos ha puesto en nuestro corazón y que desea que ejercitemos. Aprendamos a prestar atención a esa voz (o a la falta de ella), porque es una de las formas por las que el Señor nos guiará en Sus caminos.

Dios les bendiga abundantemente.

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