UN
MOMENTO CON DIOS
Libertades
que tenemos en Cristo. 2
Con la ayuda de Dios podemos vivir una vida en santidad (Romanos 6. 20 - 23). No tenemos que hacer caso a las mentiras y acusaciones del diablo respecto a nuestro pasado o su insistencia sobre el poder de nuestra naturaleza pecaminosa. El Espíritu Santo mora en nosotros, nos ayuda a discernir entre el bien y el mal y nos da las fuerzas para hacer lo que agrada a Dios. ¡Pertenecemos al reino de la luz!
3.
De la muerte eterna
“Porque
la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús, nuestro Señor”. (Romanos 6.23)
¡En
Cristo tenemos el regalo de la vida eterna! No lo merecemos ni lo podemos ganar
con nuestros esfuerzos, pero él nos lo concede desde el mismo momento en que
recibimos a Jesús como Señor. La muerte ya no tiene poder sobre nosotros porque
Cristo la venció con su resurrección. Nuestro cuerpo físico es mortal, pero
nuestra alma vivirá con Cristo por la eternidad.
“Ciertamente
les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna
y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida”.
(Juan 5.24)
4.
Del miedo
“Busqué
al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores”.
(Salmo 34.4)
Dios
anhela liberarnos de nuestros miedos y temores, no quiere que vivamos
encadenados por ellos. Él ha puesto un potencial en cada uno de nosotros y
quiere que lo usemos para su gloria. Al igual que el salmista David, nosotros
podemos experimentar la libertad de Dios al buscar su rostro y su presencia,
pasando tiempo con él y dejando que nos llene con su Espíritu Santo.
“Pues
Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio
propio”. (2 Timoteo 1.7)
El
miedo y el temor no vienen de Dios. El poder, el amor y el dominio propio, sí.
Cuando llegan grandes retos a nuestra vida necesitamos recordar que nuestro
Padre es todopoderoso. ¡Él nos da la fuerza y el poder para rechazar el temor!
Contamos con su ayuda en todo momento y sabemos que en su nombre tendremos la victoria.
5.
De la ira de Dios
“Y
ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por
medio de él, seremos salvados del castigo de Dios!” (Romanos 5. 9)
La
Biblia habla del día de la ira de Dios (Sofonías 1. 14 - 18; Isaías 22.5). En
ese día Dios juzgará el pecado, la desobediencia y toda rebelión contra él.
Sin
embargo, él mismo proporcionó la solución para que nos libremos de su ira.
¡Jesús! A través de él recibimos el perdón de nuestros pecados y el favor de
Dios.
...pues
Dios no nos destinó a sufrir el castigo, sino a recibir la salvación por medio
de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5.9)
¡Ese
es el destino que Dios desea para cada ser humano! Jesús ya sufrió nuestro
castigo en la cruz, y gracias a él gozamos de salvación y perdón. Cuando llegue
el día de la ira de Dios los que hemos recibido a Cristo como Señor y
Salvador no sufriremos el castigo venidero (1 Tesalonicenses 1.10).
Al mirarnos, Dios reconocerá la obra de Cristo en nosotros, verá a Jesús y
su justicia, no nuestras faltas y pecados. ¡Bendita libertad!
6.
De intentar ganar nuestra salvación
“De
hecho, Cristo es el fin de la ley, para que todo el que cree reciba la justicia”.
(Romanos 10.4)
El
fin o la finalidad de la ley de Dios es guiarnos a Jesús. Por más que nosotros
lo intentemos, no lograremos cumplir jamás con toda la ley. En algún momento
fallaremos en algo, sea de palabra, intención o hecho. Pero la obra de
Jesús en la cruz es perfecta y cuando aceptamos que su sacrificio tiene
poder para limpiarnos de toda maldad, salimos de la opresión que representa el
intentar cumplir con toda la ley.
Solo
a través de Cristo recibimos la justicia de Dios y la salvación eterna. Lo
único que tenemos que hacer es creer en Jesús de todo corazón y confesar con
nuestra boca que él es el Señor. La ley no logra justificarnos, pero todo el
que cree que Jesús es Dios es justificado y recibe su perdón (Hechos 13. 38 -39).
7.
Para acercarnos a la presencia de Dios
“Así
que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar
en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a
través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo”.
(Hebreos 10.19 - 20)
Dejemos
que su gozo y su amor fluyan a través de nuestras vidas para que logremos impactar
a los que nos rodean y los animemos a buscar la verdadera libertad en Jesús.
Dios les bendiga abundantemente.
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