UN
MOMENTO CON DIOS
Confiando
en Dios en medio de las pruebas
Confiar en Dios es tener la seguridad de que él no nos fallará. A todos nos llegan tiempos difíciles e inciertos. ¡Es parte de la vida! ¿Cuál es nuestra respuesta ante ellos? ¿Seguimos confiando en nuestro Padre Dios o nos dejamos llevar por la tristeza, la ansiedad y la desesperación?
Puede
que pensemos que una vez tomada la decisión de seguir a Jesús, ya está todo
resuelto. Y sí, hasta cierto punto, así es. Ya está resuelto lo más importante:
nuestro destino eterno. ¡Sabemos que pasaremos la eternidad con Jesús! Pero
mientras tanto, seguimos aquí en la Tierra y la vida aquí está llena de retos.
Es en medio de ellos que nuestra fe es probada. Nos corresponde decidir si
mantenemos nuestra fe firme, apoyada en Dios o si nos damos por vencidos.
¿Cómo
podemos seguir confiando en Dios en medio de nuestras luchas?
Cuando
pasamos tiempo con Dios y hablamos con él cada día, recibimos descanso y paz en
nuestra alma. Acerquémonos a Él y llevemos nuestras cargas. Vayamos ante Su
presencia para escuchar su voz y recibir su abrazo amoroso y consolador.
Deleitémonos en el Señor, no permitamos que los problemas opaquen nuestra
visión espiritual.
Esa
relación diaria con Dios en medio de cualquier situación nos ayudará a seguir
adelante y fortalecerá nuestra confianza en el Señor. No le demos la espalda a
Dios. Vayamos ante Él, sintamos Su presencia y su cuidado y veremos cómo crece
nuestra confianza. Mientras mejor conozcamos a Dios, más fuerte será nuestra
confianza en Él.
Muchas
veces, con el tiempo podemos ver y entender mejor por qué Dios actuó de la
forma en la que lo hizo y en el momento en que lo hizo. Recordar esos detalles
nos ayuda a esperar con mayor confianza y fortaleza. Lo que puede parecer lento
desde nuestra perspectiva humana, para Dios es el tiempo perfecto. Isaías 55. 8
- 9 dice:
“Porque
mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos —afirma el
Señor—. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más
altos que los cielos sobre la tierra!” (Isaías 55. 8 - 9)
¡Aprendamos
a esperar en el Señor! Y mientras esperamos, recordemos su fidelidad y su
cuidado para con nosotros a través de los años.
“Bendito
el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él. Será como un árbol
plantado junto al agua, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que
llegue el calor, y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se
angustia, y nunca deja de dar fruto”. (Jeremías 17. 7 - 8)
Hay
bendiciones para los que confían en el Señor. Cuando confiamos en Dios somos
como ese árbol bien plantado que tiene sus raíces firmes junto a la corriente
del agua, su fuente de vida. Sin agua, el árbol morirá, no podrá soportar el
calor y se secará. De la misma manera, nosotros estamos muertos espiritualmente
si no tenemos nuestras raíces espirituales plantadas en Dios. ¡Dios es
nuestra fuente de vida!
Confiar
en Dios implica valentía. Se ha de tener valor para dejar las cosas en las
manos de Dios sabiendo que él obrará y que nos mostrará lo que es correcto. Al
confiar en Dios, no nos precipitamos sino que esperamos su dirección. Tomamos
tiempo para escuchar su voz, para leer su Palabra, nos acercamos a Él y
recordamos lo que ha hecho por nosotros.
Elijamos
confiar en Dios cada día y en medio de cualquier situación. Él ha sido fiel y
seguirá siendo fiel, no lo dudemos.
Dios
les bendiga abundantemente.
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