UN
MOMENTO CON DIOS
Dios
nos guía
A veces en nuestra vida espiritual queremos que Dios nos dé una visión clara del futuro, pero esto no funciona así. Aun cuando Dios le dijo a Abram “Deja tu tierra y tu parentela y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te voy a mostrar” Génesis 12. 1. Y además le hizo una promesa de que su descendencia sería numerosa como las estrellas. No le dijo claramente como lo haría. Abram tuvo que confiar en la guía de Dios.
Como
hijos suyos nos cuesta confiar en Dios cuando no nos muestra claramente para
donde vamos, pero como Abram tenemos que aprender a depender de nuestro Dios,
porque su camino es seguro, porque siempre nos llevará por sendas de justicia
por amor de su nombre. Debemos confiar en que Dios nos guiará aunque no
entendamos su plan completo para nosotros.
Nos
pasa cuando nos enfrascamos en la rutina diaria y pensamos que los días pasan
sin sorpresas, sin nuevas expectativas, esto nos sucede cuando perdemos el
norte y olvidamos que cada día para Dios tiene un propósito. Nos olvidamos de
Dios, pero Él jamás se olvida de nosotros, aunque esté silencioso, está
cuidándonos en silencio.
Comprendamos
que “todo tiene su tiempo”, este es el tiempo de plantar, edificar, abrazar,
guardar, amar…
“Todo
tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su
hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de
arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de
destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír;
tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras,
y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de
abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y
tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de
callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer;
tiempo de guerra, y tiempo de paz. ¿Qué provecho tiene el que
trabaja, de aquello en que se afana?” (Eclesiastés 3. 1 – 9)
Si
alguna vez nos sentimos sin sentido, recordemos que nuestras vidas son de
infinito valor para Dios y que su Presencia está siempre con nosotros
cuidándonos. Descubramos en esa relación personal e íntima que tenemos con Dios
cada día, cuál es su voluntad para nosotros, entonces sabremos que en las manos
del Señor no hay vidas estériles, hay mucho que aprender y hacer. Cuando
dejemos de pensar un poco en nosotros mismos y coloquemos nuestra mirada en los
demás, entenderemos que cada día nos ofrece una oportunidad de servir y dar de
lo que somos y tenemos. Es tiempo de amar, plantar, curar, edificar… no lo
desperdiciemos.
Dios nos promete fortaleza para los desafíos que se presenten en nuestra vida,
pero no promete eliminar los problemas porque son parte de nuestra formación.
Si no hubiera caminos difíciles, ni montes que escalar, ni luchas diarias, no
creceríamos como hijos de Dios.
Pero
de lo que debemos estar siempre seguros es que nunca nos dejará solos con
nuestras batallas, sino que está a nuestro lado para darnos fuerza y dirección
para enfrentarlas. “he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo. Amén”. Mateo 28. 20.
Debemos
confiar en que Dios nos guiará aunque no entendamos su plan completo para
nosotros.
Dios
les bendiga abundantemente.
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