UN
MOMENTO CON DIOS
Dios
nos dice: No temas
En
Isaías 41.10 encontramos un versículo muy conocido que nos gusta citar en
momentos en los que necesitamos ánimo o fortaleza. El versículo dice así:
“No temas, porque yo estoy contigo. No tengas miedo, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, y también te ayudaré. También te sustentaré con la diestra de mi justicia”. (Isaías 41. 10)
¡Qué
palabras más reconfortantes! Pensar que contamos con la compañía y la ayuda de
Dios en nuestros momentos más difíciles sí que hace la diferencia. ¡Cuánto
ánimo y cuánta paz!
¿Quién
no ha sentido temor en algún momento? Son muchas las situaciones que nos
intimidan un poco y nos hacen sentir inseguros. Pero cuando recordamos que
nuestro Padre está con nosotros sosteniéndonos, nuestra actitud cambia. Saber
que contamos con su ayuda y su compañía nos da valor y fuerzas para enfrentar
los retos que nos presenta la vida.
Dios
dio el mandato a su pueblo de no temer: «No temas». ¿Cómo no temer viviendo
cautivos y en medio de tanta idolatría? ¡Fácil! Dios les aseguró que estaría
con ellos, no los dejaría solos. Si el pueblo se concentraba en la
presencia del Dios todopoderoso a su lado no tendría nada que temer. En el
versículo 4 Dios les recordó su poder y el hecho de que, contrario a los dioses
falsos, él nunca cambia. Él ha sido, es y será igual de poderoso por toda la
eternidad. ¡Podían estar seguros de eso!
“¿Quién
realizó esto? ¿Quién lo hizo posible? ¿Quién llamó a las generaciones desde el
principio? Yo, el Señor, soy el primero, y seré el mismo hasta el fin”.
(Isaías 41. 4)
Saber
que Dios no cambia nos da paz y seguridad. Y esa paz que viene de Dios nos
libera del temor. Conocer lo que Dios hizo en el pasado nos llena de esperanza
sobre el futuro. Él nos protegió, nos ayudó, nos guió y lo volverá a hacer.
¡Esa es la confianza de su pueblo!
También
vemos claramente en los versículos 17-20, el gran amor, la compasión y el
cuidado de Dios por su pueblo y por los pobres y necesitados.
“Los
pobres y los necesitados buscan agua, pero no la encuentran; la sed les ha
resecado la lengua. Pero yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel,
no los abandonaré. Haré brotar ríos en las áridas cumbres, y manantiales entre
los valles. Transformaré el desierto en estanques de agua, y el sequedal en
manantiales. Plantaré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos; en
áridas tierras plantaré cipreses, junto con pinos y abetos, para que la gente
vea y sepa, y considere y entienda, que la mano del Señor ha hecho esto, que el
Santo de Israel lo ha creado”. (Isaías 41. 17 - 20)
El
Señor responde de forma milagrosa al clamor de ellos. La provisión de agua en
el desierto y el hecho de que broten árboles en tierras áridas son muestras del
gran poder de Dios. ¡Nada es imposible para él! Dios escucha las oraciones de
los necesitados y actúa aun en medio de las situaciones más tensas y difíciles.
Lo hace por amor y también lo hace para extender su nombre por toda la tierra.
Dios es glorificado y su poder queda evidente ante todos.
Así
que el Dios poderoso que puede hacer que en un desierto haya suficiente agua y
fruto, es el Dios que nos extiende su mano. Él nos ofrece la diestra de su
justicia para que nos sostengamos. Aferrándonos a lo que conocemos sobre
él gracias a su Palabra y a lo que él ha hecho en nuestras vidas, podemos vivir
en confianza y sin temor. ¡Nuestra fortaleza y nuestra seguridad están en
él!
Dios les bendiga abundantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario