CADA
DÍA CON DIOS
Dar
lo Mejor de Nosotros.
Todos
tenemos planes o propósito unos más ambiciosos que otros. Unos quieren grandes
cosas otros se contentan con cualquier cosa.
Dios es un Dios de excelencia y por lo tanto exige que nosotros seamos
excelentes. El ser perfectos para un cristiano no es una opción es una orden de
parte de Dios.
La
única forma de llegar a la perfección es dando lo mejor de nosotros en cada
tarea que emprendamos.
Salomón
daba lo mejor de sí para construir un templo digno de Dios aunque en cuanto a
lo que se refiere con lo material debemos tener mucho cuidado de no caer en el
derroche que más adelante nos pueden perjudicar. 1 Reyes 7. 9 - 11 “Todas aquellas obras fueron de piedras
costosas, cortadas y ajustadas con sierras según las medidas, así por
dentro como por fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por
fuera hasta el gran atrio. El cimiento era de piedras costosas, piedras
grandes, piedras de diez codos y piedras de ocho codos. De allí hacia
arriba eran también piedras costosas, labradas conforme a sus medidas, y madera
de cedro.”
Salomón
no reparaba en los gastos para la adecuación del templo ni en la construcción
de su propia casa. 1 Reyes 7. 47 “Y no inquirió Salomón el peso del bronce de
todos los utensilios, por la gran cantidad de ellos.”
David
le había enseñado con su ejemplo. David no daba nada a Dios que a él no le
costara David sabía que a Dios hay que darle lo mejor y lo mejor cuesta. 2
Samuel 24. 24 “Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré;
porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada.
Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.”
Salomón
utilizaba a los mejores para hacer las cosas para Dios. 1 Reyes 7. 13 - 14 “Y
envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram, hijo de una viuda de
la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba en bronce, era de Tiro; e Hiram
era lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia en toda obra de bronce. Este,
pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.”
La
receta del éxito es simple: ¡Demos siempre lo mejor de nosotros mismos! y no nos
rindamos, no miremos atrás, no midamos nuestro valor en relación a la
retribución o a la opinión de los demás; sino en respuesta a nuestra
satisfacción personal. Tomemos tiempo para que las cosas nos salgan bien
dar de lo mejor requiere mucho tiempo. 1 Reyes 7. 1 “Después edificó Salomón su
propia casa en trece años, y la terminó toda.”
Nuestra
pasión, nuestra dedicación y nuestra determinación; son las herramientas que se
encargarán de que nuestros proyectos o que nuestros sueños se materialicen en
una maravillosa realidad; que por maravillosa, nunca será perfecta, ni nunca
estará completa. Porque los soñadores se alimentan de sueños, y cuando un sueño
se cumple, uno nuevo y más grande se vuelve a soñar.
Una
persona que triunfa nunca puede decir que ya termino o que ya no necesita nada
porque lo tiene todo. Una persona que triunfa siempre estará luchando por algo
nuevo y mucho más grande.
La
única forma de triunfar es siempre dando
lo mejor de cada uno. Si no damos lo mejor de nosotros tampoco lograremos lo
mejor. Los frutos que se cosechan son de acuerdo a lo que se haya
sembrado.
Dios
les bendiga abundantemente.
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