TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana”. Mateo 11. 29 - 30.
Quienes
somos salvos encontramos descanso en Jesús; quienes no lo son alcanzarán ese
descanso si a Él se acercan, ya que Dios así lo ha prometido.
Nada
es tan gratuito como un don; aceptemos complacidos lo que libremente nos da. No
tienes necesidad de comprarlo, ni pedirlo prestado; te basta recibirlo como se
recibe un don.
Trabajas
bajo el látigo de la ambición, de la codicia, de la pasión y la inquietud: Él
te librará de tan dura esclavitud, y te hará descansar.
Estás
cargado, y sobrecargado con el peso del pecado, del temor, del desasosiego, del
remordimiento y del temor de la muerte; mas si acudes a Él, te librará de la
carga. Él llevó sobre sí el peso abrumador de nuestros pecados, a fin de que no
sucumbiésemos con Él. Se constituyó en el gran portador de cargas, para que
todos los cargados dejaran de doblarse bajo tan enorme peso.
Jesús
proporciona descanso. Y así es, en efecto. ¿Lo crees tú? ¿Quieres probarlo?
¿Por qué no lo intentas ahora mismo? Acude a Jesús renunciando a toda otra
esperanza, pensando en Él, creyendo en el testimonio que Dios da de Jesús, y
depositando en Él todos tus afanes.
Si
con estas disposiciones recurres a Él, el descanso que te dará será profundo,
seguro, santo y eterno.
Este descanso perdurará hasta tu entrada en el cielo, y dispuesto está el Señor
a concedérselo a cuantos a Él se alleguen confiadamente.
No
importa cuántas cosas me hayan desgastado hoy. Me acercaré a él porque tiene
descanso para mi alma angustiada y mi mente sofocada. Ese descanso traerá vida
a mi espíritu otra vez.
Dios les bendiga abundantemente.
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