martes, 13 de octubre de 2020

Tiempo... Jueces 7. 9

 


TIEMPO DE REFLEXIÓN

 

“Aconteció que aquella noche Jehová le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos”. Jueces 7. 9.

 

Hay un relato muy inspirador en el libro de Jueces capítulo 7, que habla de una batalla entre el pueblo de Israel con  los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente. Hubo un momento muy demandante para los que enfrentaban esta situación.

¡Qué largo debió parecerle a Gedeón aquellos instantes mientras estaba parado firme frente a un ejército innumerable como la arena del mar con un ejército de tan sólo trescientos hombres armados sólo con cántaros y antorchas encendidas.

¡Trescientos hombres escogidos por Dios frente a un ejército innumerable! Esta era “su realidad”. Pero bendito es nuestro Dios y Padre que siempre se impone a cualquier circunstancia en este mundo cuando confiamos en El.

En este punto, Gedeón había obedecido cada paso a su Dios. En vez de aumentar su ejército haciendo campaña para reclutar más hombres dijo:

“Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase”. Jueces 7.3.

Después, Dios instruyó a Gedeón para separar a aquellos que tenían prácticas idolatras y también fueron despachados, sólo quedaron con él trescientos hombres que no habían doblado sus rodillas delante de algún ídolo.

Todo lo que Dios estaba ordenando a Gedeón y él obedeciendo, parecía tan descabellado que Dios tuvo que fortalecer su creencia.

¡Claro que Gedeón tenía miedo! Y fue con su criado, él obedeció, su Dios le había dicho que escucharía algo que lo fortalecería.

Muchas veces en nuestras vidas, las circunstancias generalmente nos gritan: ¡tienes todo para perder! Pero nuestro Dios nos dice: ¡MÍA ES LA VICTORIA!!

¡Nuestro Dios es absolutamente maravilloso! ¡El TODOPODEROSO!!! Para Él no hay nada imposible y tan sólo necesitamos confiar en Su poder y fidelidad a pesar de lo que las circunstancias nos digan.

Tenemos la opción de permanecer quietos y firmes ante las promesas de Dios, como Gedeón permaneció ante aquel ejército innumerable, tenemos el gran gozo y privilegio de dar el gran grito de victoria de Cristo en todas las batallas que enfrentamos y que no son nuestras batallas, sino del Señor.

Dios sólo requiere que permanezcamos confiando en Él, escuchando quietamente Su Voz,  mirándole sólo a Él y jamás a las circunstancias, para que Él manifieste la victoria de Cristo en nuestras vidas

Dios les bendiga abundantemente.

 

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