TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Había
un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los
judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has
venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú
haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.
Juan 3. 1 – 3.
Un
buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco
es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando. Es
simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.
En
el capítulo 3 del evangelio de Juan aparece un buscador de la verdad, su nombre
era Nicodemo. Se trataba de un prestigioso magistrado de la elite judía, una de
esas personas vip de la sociedad de aquellos tiempos. Lo notable es
que una noche fue el escenario de su más profunda búsqueda y del encuentro con
la verdad. Evidentemente la penumbra lo cubría de su ignorancia y de la
vergüenza que le significaba acercarse a este tal Jesús que venía de Nazaret,
que era hijo de un carpintero pero que estaba revolucionando las calles de
Galilea.
¿Qué
buscaba Nicodemo al encontrarse con Él? Una evidencia de quién realmente era.
Pero para su sorpresa, la respuesta que recibe lo confunde más aún: Debes
nacer de nuevo.
Nada
en la teología y en la religión judía explicaba la posibilidad de un nuevo
nacimiento para conocer a Dios. Su fe era cumplir leyes, rituales y sacrificios
religiosos, pero nada de eso tenía que ver con el verdadero evangelio de Jesús.
Por eso, en una empática actitud de comprensión, el Maestro lo invita a volver
a nacer. No desde lo físico, sino desde el corazón y con el Espíritu.
Quizá
también haya hoy un buscador. Puede que llenos de dudas haya personas que intenten
encontrar verdades que den respuesta a sus necesidades espirituales.
Esa
búsqueda es buena. De noche, de día, en las mejores épocas o en las peores,
siempre encontraran a un Jesús dispuesto a darte lo “nuevo” que tiene para cada
persona.
Nacer
de nuevo no es mejorar la vida sino es permitir que, por la fe en Él, la vida
de Dios fluya por su Espíritu en cada persona. Nacer de nuevo nos identifica
con Jesús y nos une por fe al Padre.
La
vida cristiana comienza cuando desechamos nuestros privilegios y posiciones
para identificarnos por fe con lo nuevo de Jesús.
Dios
les bendiga abundantemente.
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