TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis
discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced
en mi amor”.
(Juan 15. 8 - 9)
Debemos
estar continuamente agradecidos de que el amor de Dios sea estable; porque
puede sostenernos cuando este sentimiento aquí en la tierra desaparece. De
hecho, es tan confiable que Jesús nos invita a permanecer en Su amor (Juan
15.9). Quiere que sepamos que está bien que nos arraiguemos en él y nos
relajemos.
Podemos
permanecer tiernamente abrasados por Dios siempre porque «ni la muerte, ni la
vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir» (Romanos 8.38), ni ninguna otra cosa podrá separarnos nunca de Su amor que
es por medio de Cristo. Una vez que confiamos en Jesús como Salvador, tenemos
garantizado el amor de Dios perpetuamente.
¿El
amor ha desaparecido de nuestra vida? Descansa en el afecto del Señor; Su
cuidado constante mantendrá tu corazón firmemente seguro.
Seamos
agradecidos con Dios, no solo por las bendiciones que Él ha traído a nuestra
vida, sino pos Su amor que es el que las ha hecho posibles. Ese amor que es
abundante, indispensable y suficiente, para en cualquier situación, mantenernos
unidos a Él.
Dios les bendiga abundantemente.
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