TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Porque
todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos en la
obra, y no será terminada. Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos”.
(Nehemías
6.9).
Las
pruebas que Dios coloca en nuestro camino son un medio para fortalecernos y
para hacer más sólida nuestra fe en Su Poder. Ninguna carga que encontremos
será lo suficientemente grande como para superar las fuerzas que El
Señor nos otorga, porque Él nunca nos hará pasar por una senda que no
podamos atravesar.
Prueba
de ello es la historia de Nehemías, quien encabezó la reconstrucción de los
muros de Jerusalén. A pesar de lo arduo que representaba la culminación de
aquella obra, se negó a abandonar la tarea. Enfrentó insultos e intimidación de
parte de diversos enemigos, e injusticias de su propio pueblo (Nehemías 6. 4 - 5).
Los enemigos incluso insinuaron que tenía intereses personales (6. 6 - 7). Pero
él buscaba la ayuda de Dios mientras hacía todo lo posible para defenderse.
A
pesar de los desafíos, el muro se terminó en 52 días (6.15), pero la labor de
Nehemías no había terminado. Instó a los israelitas a estudiar las Escrituras,
a adorar y a cumplir la ley de Dios. Después de gobernar doce años (5.14),
volvió para asegurarse de que sus reformas continuaran en vigencia (13.6).
Comprometió toda su vida a liderar a su pueblo.
Todos
enfrentamos desafíos y dificultades en la vida. Pero, así como Dios ayudó a
Nehemías, también nos fortalecerá las manos (6.9) por el resto de nuestra vida
en todo lo que nos dé para hacer.
Dios
les bendiga abundantemente.
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