TIEMPO
DE REFLEXIÓN
“Cuando
alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe:
¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” Juan
6. 5.
La
Biblia es un tesoro por muchas razones, y una de ellas es que es muy práctica.
Sus relatos y preceptos son tan aplicables hoy como lo eran en el tiempo de
Jesús. Todos hemos experimentado momentos en los que nuestros problemas parecen
no tener solución, y no sabemos qué hacer. Cuando eso sucede, necesitamos
recordar que las situaciones imposibles son oportunidades para que el Señor nos
enseñe lecciones valiosas que nunca aprenderíamos de otra manera.
La
supremacía de Dios es superior a los recursos humanos. Cuando Jesús preguntó.
“¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” (v. 5), Felipe reconoció de
inmediato su propia insuficiencia. Aunque Cristo supo todo el tiempo lo que iba
a hacer, estaba enseñando a sus discípulos que el plan perfecto y el poder para
implementarlo provienen solo de Dios, no de las soluciones y los recursos humanos.
El
Señor exige a menudo nuestra participación. Aunque Cristo pudo haber creado
comida con su sola palabra, optó por utilizar personas para lograr su
propósito. Andrés se puso a buscar comida, un muchacho le dio su pequeño
almuerzo, y los discípulos organizaron a la multitud y distribuyeron la comida
que Jesús les pasó. Cada paso requería confianza y obediencia, especialmente
porque el método de Cristo parecía tan ilógico.
Dios
sabe cómo resolver nuestros problemas, pero Él puede optar por exigir su cooperación,
pidiéndole incluso que haga algo que no parezca razonable. Cada vez que damos
un paso de obediencia, el Señor hace cosas grandes en nosotros y por medio de
nosotros.
Dios
les bendiga abundantemente.
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