TIEMPO
DE REFLEXIÓN
Empezamos
la carrera con Jesús y llegamos a la meta con Él.
“He
acabado la carrera, he guardado la fe.” 2 Timoteo 4.7
Dice una frase muy conocida que para llegar al final de la carrera debemos empezar con un solo paso. Cuando el hombre llegó por primera vez a la Luna, el lema que coronó dicha hazaña fue: “Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”.
Se
trata de simples menciones populares que nos ayudan a reflexionar. Son también
una manera ilustrativa de enfrentarnos con diferentes realidades personales. El
apóstol Pablo nos ha dejado en sus cartas muchos pensamientos que salían de su
sincero corazón.
Tenía
un registro personal de sí mismo y de sus emociones que solidariamente
compartía con su gente. Sus escritos eran casi confesiones. Volcaba su corazón
en cada uno de sus renglones. Sus deseos, sus frustraciones, sus
agradecimientos y sus miedos estaban plasmados en tinta y papiro.
Casi
al final de su vida pudo decir asertivamente: He acabado la carrera. Con
autoridad espiritual y personal hizo un alto, miró el recorrido y vio sus pasos
desde su juventud. Recordó, revisó y resumió su trayectoria solo para verla
concluida satisfactoriamente. ¡Quizás algún día podamos hacer lo mismo!
Nuestros pasos tienen sentido y dirección. Saber qué es lo que Dios va diseñando mientras andamos el camino de la vida es sabiduría. Podemos equivocarnos si solamente avistamos las metas a donde queremos llegar, desatendiendo mientras tanto lo que hacemos paso a paso. Al final de cuentas, esa meta será el resultado de lo que en este mismo presente vayas construyendo y asegurando.
Nuestros pasos tienen sentido y dirección. Saber qué es lo que Dios va diseñando mientras andamos el camino de la vida es sabiduría. Podemos equivocarnos si solamente avistamos las metas a donde queremos llegar, desatendiendo mientras tanto lo que hacemos paso a paso. Al final de cuentas, esa meta será el resultado de lo que en este mismo presente vayas construyendo y asegurando.
Caminar
es, entre otras cosas, enfocarnos en el pasado como una etapa de aprendizaje
más que de reproches. Debes desplegar día a día las mejores cualidades que
poseemos en vez de llorar por lo que no somos.
Encontrar
satisfacción en lo cotidiano, más allá de la rutina. Ganar la batalla ante las
tentaciones y celebrar esa victoria. Construir relaciones sanas y disfrutar de
la convivencia en vez de padecerla. Tener proyectos personales. Extender
nuestras redes de ayuda al prójimo.
Y,
más allá de todo, debemos tener trazada hacia adelante esa meta que guíe
nuestros pasos hacia Jesús. La carrera es hoy y termina con Él, si así la
caminamos.
Dios
les bendiga abundantemente.
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