TIEMPO
DE REFLEXIÓN
Pasemos
al otro lado.
“Así
que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios.
Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa.” Isaías
41.10.
La
situación de los discípulos en Marcos capítulo 4 revela una crisis de fe,
similar a la que muchos experimentan al cuestionar la autoridad de Dios hoy.
El
cuadro comienza con un desafío de lo más cotidiano para aquellos hombres.
Debían simplemente subir a su embarcación y pasar al otro lado, a la otra
orilla. Subieron, avanzaron, remaron. Todo estaba tan tranquilo que hasta Jesús
se durmió. Pero esas nubes en el horizonte no eran como las que los despidieron
al zarpar: eran negras, grandes y amenazantes.
Todavía
estaban remando cuando las primeras gotas frías mojaron sus caras. Faltaba
mucho para llegar a la otra orilla como el Maestro había indicado. Ellos sabían
muy bien quién dormía en ese bote, era el mismo Hijo de Dios. Su confianza
estaba puesta en Él y en la orden que les dio.
Pero…
pensaban que esa orden se materializaría en medio de un plácido viaje, no en
una tormenta de las dimensiones que ya estaba tomando. Más gotas, más viento,
más olas grandes… y la fe en crisis: Señor despierta. ¿No te importa que
perezcamos? (Marcos. 4.38).
Quedémonos
con esta pregunta de los discípulos tan común hecha a Dios: “¿Qué, no te
importa?” Las variantes son interminables: “¿No te importa que la gente muera
en las guerras?” “¿No te importan los niños hambrientos?” “¿No te importan las
mujeres golpeadas?” Y la demanda se vuelve más personal. “¿No te importa que mi
novia me abandone a un mes de la boda?” “¿No te importó que me robaran tres
veces la casa?” “¿No te importa?”… “Y ¿qué haces tú, Dios? Oh, ya veo, duermes…”
Dios
no nos promete un viaje tranquilo, pero sí que Él siempre estará a nuestro lado
aunque parezca dormido. Solo aquellos que aprenden en comunión que aun el dulce
sueño del Señor es más seguro que todos los ojos abiertos del mundo, desafían
las tormentas junto con el apóstol Pablo y preguntan: ¿Quién nos separará del
amor de Dios? Confía en Él, que si Él te dijo: pasemos a la otra orilla, ten
por cierto que llegarás sano y salvo.
Aun
el dulce sueño del Señor es más seguro que todos los ojos abiertos del mundo.
Dios les bendiga abundantemente.
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