LECTURA DIARIA:
Salmo 15
El Tabernáculo y monte santo describen el principal centro de la adoración israelita: la morada de Dios.
Dios llama a su pueblo a ser moralmente recto. En este salmo, nos da diez normas para ayudarnos a determinar cómo vamos.
En el Salmo 15 David le pregunta a Dios sobre las cualidades que se necesitan para morar en su tabernáculo. La respuesta divina revela que el «morar» en la presencia y los propósitos divinos requiere la voluntad de mostrar una estrecha relación con los demás.
Dios le dice a David que hable misericordiosamente de su prójimo; que nunca murmure o diga algo que destruya la reputación ajena; que nunca lastime a otra persona en manera alguna. Finalmente, Dios le advierte a David que no «reproche» a su prójimo. «Reprochar» (del hebreo cherpah significa «echar la culpa, desacreditar, desgraciar o avergonzar».
Vivimos en medio de gente malvada cuyas normas y moral se están desgastando. Nuestros estándares de vida no deberían provenir de la sociedad malvada en que vivimos, sino de Dios. Las palabras son poderosas y la manera en que uno las usa reflejan su relación con Dios. Quizá nada identifica tanto a los cristianos como su forma de medirse al hablar: hablan la verdad, no se burlan y guardan las promesas.
Dios estaba en contra de la práctica judía de cobrar intereses excesivos (usura) o de sacar ganancia sobre los préstamos a los judíos necesitados (Éxodo 22.25; Levíticos 25.35-37).
Dios es santo y pide santidad de sus seguidores. Este Salmo nos enseña la necesidad de acercarnos a Dios con humildad y reverencia. Hemos de reconocer que nadie lo cumple a la perfección; pero los salmistas también reconocieron la gracia de Dios y, seguros de su misericordia y su perdón, pudieron acercarse a Dios con humildad, pero a la vez con plena confianza.
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