UN MOMENTO CON DIOS
Una palabra justa para cada
uno
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. (Isaías 57. 15)
Todos tenemos una dirección.
Cuando llenamos un formulario de inscripción, tenemos que mencionarla. Algunas
personas tienen más de una dirección. A menudo, por motivos de trabajo,
necesitan desplazarse entre una ciudad y otra, dejando en ambos el lugar donde
pueden ser localizados. El versículo de hoy afirma que Dios también tiene más
de una dirección. Él habita en el tiempo y en el espacio. El tiempo es la
eternidad y el espacio es el cielo, un lugar alto y santo. Pero El Señor tiene
otras direcciones. También mora en los que están contritos y abatidos.
Esta verdad es evidente en las
oraciones registradas en los Salmos. Se trata de un libro que habla de Dios, de
su grandeza, de su poder, de su amor y de su interés por nosotros. En los
Salmos encontramos una palabra apropiada y de consuelo para cada uno sin
importar la adversidad de la situación. Podemos estar tristes y desanimados,
incluso deprimidos, o alegres y eufóricos; enfadados o agradecidos; enfermos,
incluso en nuestro lecho de muerte, o con buena salud; decepcionados y
arrepentidos o regocijados por grandes logros personales alcanzados, y con
muchos más planos por llevar a cabo, y en el libro de los Salmos, encontraremos
siempre un pasaje que refleja nuestra emoción y nuestros pensamientos.
Los Salmos, sin embargo,
hablan de un modo especial a quienes se sienten contritos y bajos de espíritu,
trayendo el consuelo de Dios y renovando sus espíritus y esperanzas. En el
Salmo 51, el rey David, basándose en su propia experiencia, declaró: “Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios” (v. 17). La palabra hebrea traducida
como “contrito” significa “aplastado”. En nuestro camino hacia el reino del
Señor, nos enfrentamos a tentaciones, luchas y presiones de todo tipo. A veces
nos sentimos así: aplastados. En esos momentos debemos acordarnos de Nuestro
Padre Celestial. Aunque nuestros amigos no puedan o no dispongan en el momento,
de los medios para ayudarnos, podemos contar con Él. Nuestro amado Padre que
con los brazos abiertos estará complacido de estar con nosotros y acudir en
nuestra ayuda.
Dios les bendiga
abundantemente.
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