UN MOMENTO CON DIOS
La mirada puesta en Dios
“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra”. (Salmos 121. 1 - 2)
La perspectiva física, la
visión literal, puede afectar a la visión espiritual. A veces, ante las
situaciones de la vida, nuestra mirada natural no nos permite ver más allá de
los problemas. ¡simplemente necesitamos elevar más la mirada!
El salmista reflexionó sobre
la fuente de su ayuda, quizás porque las cimas de las colinas que rodeaban
Israel estaban llenas de altares dedicados a dioses paganos que a menudo
albergaban ladrones. Tal vez porque el salmista miró más allá de las colinas y
vio el monte Sión, donde se alzaba el Templo, pudo recordar que su Dios era el
Creador de “los cielos y la tierra” (v. 2). En cualquier caso, para adorar
debemos mirar hacia arriba. Debemos elevar la mirada más allá de nuestras
circunstancias, de nuestros problemas y juicios, mucho más allá de las promesas
vacías de los falsos dioses de nuestros días. Sólo entonces podremos ver al
Creador y Redentor, al que nos llama por nuestro nombre. Él es quien “te guarda
en todo lo que haces” hoy y siempre (v. 8).
Este salmo es un poderoso
recordatorio de que nuestra ayuda proviene del Creador del universo. Al alzar
nuestra mirada más allá de nuestras dificultades, encontramos esperanza y
fortaleza en Dios. Los montes representan desafíos, pero también un símbolo de
Su presencia. Confiar en el Señor nos da certeza en medio de la incertidumbre.
Esto nos invita a dejar nuestras cargas en Sus manos y a reconocer Su soberanía
en cada aspecto de nuestra vida.
Dios les bendiga
abundantemente.
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