UN MOMENTO CON DIOS
El poder del nombre de Jesús
“¿Quién subió al cielo y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si lo sabe?” (Proverbios 30. 4)
Como Aquel que fundó la tierra
y las leyes que rigen la naturaleza y la humanidad, Dios consideró oportuno
exigir una ofrenda de sangre para perdonar el pecado. Entonces, en Su
compasión, el Señor anunció cómo podrían ser limpiadas las personas
imperfectas: los sacerdotes ofrecerían un sacrificio animal para cubrir sus
iniquidades. Sin embargo, ese sistema era imperfecto, una mera alerta ante el
problema del pecado (Romanos 7. 7).
Pero en la cruz, Dios recibió
un derramamiento final de sangre como pago único por todas nuestras
iniquidades. El sacrificio de Jesucristo pagó todas nuestras transgresiones
para que pudiéramos reconciliarnos con el Padre.
Por eso es tan importante el
nombre de Jesús, que significa Dios salva. Su nombre ha sido designado como la
llave de todas las bendiciones del cielo. Él ha allanado el camino para que
tengamos acceso al Padre y disfrutemos de Su voluntad. Cualquiera que le haya
recibido como Salvador personal puede acercarse con confianza al trono de Dios
Todopoderoso para pedir ayuda en tiempos de necesidad (Hebreos 4. 16). Jesús es
el Único “poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante
de su gloria con gran alegría” (Judas 24). Verdaderamente, ¡hay poder en el
nombre de Jesús!
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay
otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos
4. 12). “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese
que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. (Filipenses 2. 10 -11)
Dios les bendiga
abundantemente.
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