UN MOMENTO CON DIOS
Nuestras capacidades en Dios
“Esta confianza tenemos mediante Cristo para con Dios. No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios, el cual asimismo nos capacitó para ser ministros de un nuevo pacto”. (2 Corintios 3. 4 - 6)
El mundo de hoy vive muchas
tragedias, que han disminuido la confianza del ser humano para sobrellevar las
cargas de su vida. Constantemente observamos en los medios de comunicación
sugerencias de cómo convertirnos en personas autosuficientes y capaces,
adaptadas para enfrentar los retos de nuestra existencia. Hay toda clase de
enfoques, pero todos partiendo de la base de que la confianza debe provenir de
nuestro interior.
En su mensaje, Pablo nos
ofrece una perspectiva totalmente diferente. Él servía a Dios con todo su
corazón movilizando los recursos y habilidades a su alcance para tal fin. No
obstante, la confianza para brindar lo mejor de sí, provenía de una sola
fuente, expresada, parafraseando de alguna manera a Pablo, de forma siguiente:
“Mi contribución, no tiene nada que ver con mis habilidades o capacidades
naturales, los cambios que se producen en la vida de las personas por lo que yo
soy y a donde yo voy, solo proceden de Dios, obrando en mí.”
Que maravilloso testimonio de
Pablo y que edificante la verdad que nos revela y que la mayoría de las veces
podemos pasar por alto: la confianza nace de la obra del Señor, de manera
continua en nosotros, y se manifiesta en el desarrollo de los dones y
habilidades con los que nos ha dotado, para cumplir el plan al que nos ha
llamado como Su creación.
Dios nos llama a la confianza
en su fuerza para realizar lo que un día nos impidió superar ese obstáculo. Nos
llama a la confianza en Sus promesas para cumplir la misión que nos ha
encomendado. Nos llama a fortalecernos en Él.
Una parte importante de
nuestra fe en Dios es saber que, junto a Él, es posible derrotar a los gigantes
que nos impiden encontrarnos en su misión para nosotros.
Todo lo puedo en Cristo, que
me fortalece. (Filipenses 4. 13)
Dios les bendiga
abundantemente.
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