UN MOMENTO CON DIOS
La prueba de nuestra fe
“la prueba de tu fe produce paciencia” (Santiago 1. 3).
Solo podemos establecer
aquella fe que fue probada y que como resultado de superar dicha prueba ganó en
confianza y en perseverancia por el Señor. “Y su señor le dijo: Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo
de tu señor” (Mateo 25. 23). Solo entra en el regocijo de contar con la
presencia continua del Dios a su lado, el que es consciente de que el reto es
el medio por el cual, confiando en Él, es decir, otorgándole nuestra fe
totalmente, podemos llegar a ser buenos siervos.
Al encontrar retos y
dificultades, debemos recordar que cada obstáculo es una oportunidad de
crecimiento. La vida no está libre de pruebas, pero a través de ellas, nuestra
fe se fortalece. Con cada paso que damos en el camino de la adversidad,
cultivamos la paciencia y la resistencia.
Si estamos pasando por un
momento difícil, respiremos profundamente y recordemos que estas pruebas nos
están moldeando para ser más fuertes y sabios. Abracemos el proceso con
gratitud, sabiendo que cada desafío es un peldaño hacia una mayor comprensión y
fe. Confiemos en que al final del camino, nuestra paciencia será perfeccionada
y nuestro espíritu renovado.
Dios no quiere que pongamos un
signo de interrogación en nuestra fe, sino un punto. Un punto que signifique
que tenemos por Él una fe consolidada, perseverante, continua, porque al final
su obra es para nuestro bien. El Señor conoce muy bien nuestro propósito y
además nuestra capacidad de fe. Para ello son sus pruebas, porque no se sabrá
nunca si la fe es real, si nunca fue alguna vez probada.
Dios les bendiga
abundantemente.
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