LECTURA
DIARIA:
Éxodo
capítulo 8
La duración
de la primera plaga por toda una semana habría convencido a todos de que fue
producida no por causas accidentales, sino por un poder omnipotente.
Sin embargo,
no produjo buen efecto, y a Moisés, Dios le mandó entrevistarse con el Faraón y
advertirlo, en caso de que perseverase su dureza, con la imposición de una
plaga nueva y diferente.
Moisés
predijo que cada casa en Egipto se llenaría de ranas. Los pobres de Egipto
vivían en pequeñas casas de adobe de uno o dos cuartos con techos de troncos de
palmera. Sin embargo, las casas de los ricos eran, con frecuencia, de dos o
tres pisos de alto, rodeados de jardines ornamentales y protegidos con paredes
altas. Los sirvientes vivían y trabajaban en el piso inferior mientras que la
familia ocupaba los pisos superiores. De modo que, si las ranas llegaban a las
habitaciones reales, es que se habían infiltrado ya en los pisos superiores. No
habría lugar en Egipto que estuviera a salvo de ellas.
Las ranas
estaban asociadas a una diosa egipcia que ayudaba a las mujeres en el parto.
Esta inusitada plaga demuestra que Jehová se había hecho sentir en todo el
país.
El milagro,
que se produjo al extender Aarón la vara sobre las aguas, consistía en que los
reptiles salían de los pantanos en el mismo momento que él se los ordenaba.
Lo que los hechiceros
de Egipto trataron de hacer, provocó que las ranas se multiplicaran aún más.
Ellos habrían podido mostrar mejor su poder, haciendo desaparecer las ranas.
El poder de
las " señales " divinas vence por un instante el poder del Faraón y
lo obliga a reconocer al Dios de Israel como el verdadero Dios, confesándose
culpable y suplicando a Moisés que interceda por él. Pero se trata de un cambio
pasajero.
Pero cuando
Faraón vio que había alivio, endureció su corazón.
Después de
repetidas advertencias, Faraón continuó negándose a obedecer a Dios. Endurecía
su corazón cada vez que cesaba la plaga. Su necia desobediencia trajo
sufrimiento para él y para la nación entera.
La vara de
Aarón, bajo la orden de Moisés, quien era mandado por Dios, esta vez tocó el
suelo, y la tierra fue cubierta de piojos. Los hechiceros egipcios también
trataron de imitar esta plaga pero no pudieron. Eso los forzó a confesar: ¡Este
es el dedo de Dios! hasta
los magos estuvieron de acuerdo en que era obra de Dios, pero Faraón se negó a
creer.
Faraón iba
temprano al río; Dios le dijo a Moisés que fuera a su encuentro, mientras
caminaba sobre la orilla del Nilo, y que repitiera su petición de que fuesen
libertados los israelitas, amenazando, en caso de su negación, con cubrir todas
las casas desde el palacio hasta la humilde choza con enjambres de moscas,
mientras que, como prueba del poder que efectuaba este juicio, la tierra de
Gosén, la aldea de los hebreos, quedaría eximida de esta calamidad.
Ante la
negativa de Faraón, ocurrió tal como lo había anunciado Moisés, Egipto se llenó
de molestas moscas.
Faraón, entonces
quiso hacer un trato con Moisés y Aarón. Permitiría que ellos hagan sacrificios
a su Dios, siempre que lo hagan en la tierra de Egipto.
Pero eso sería
una abominación ante Dios que ofrecieran sacrificios egipcios; y sería una
abominación para los egipcios si ellos ofrecieran a Dios objetos de adoración
de los egipcios, como becerros o bueyes. Debían hacer los sacrificios como Dios
mandaba, no de otro modo. Pero la condición de Dios era precisa, los hebreos
tenían que salir de Egipto.
Faraón les
permitiría a los hebreos sacrificar, siempre y cuando no se alejaran. Moisés,
ante esto prometió orar para que la plaga terminara. Y Dios hizo que las moscas
desaparecieran, pero Faraón volvió a endurecer su corazón y no los dejó ir a
adorar a Dios.
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