LECTURA
DIARIA:
Éxodo
capítulo 7
Dios
constituyó a Moisés "dios para Faraón". En otras palabras, una
persona poderosa que merecía ser escuchada.
Faraón mismo era considerado un
dios, así que reconoció a Moisés como uno de sus pares. Su negativa a ceder ante
Moisés demuestra, sin embargo, que Faraón no se sentía inferior a él.
Un profeta
era el intermediario entre Dios y su pueblo. Moisés actuaba como vocero de Dios
ante el pueblo y representaba al pueblo ante Dios.
Dios le dice
a Moisés, Yo endureceré el corazón de Faraón, esto confirma la soberanía de
Dios. Faraón era todavía un incrédulo arrogante. Dios utilizará esta
circunstancia para demostrar su poder a Egipto e Israel.
Cuando Moisés
y Aarón se presentaran ante Faraón, este exigiría alguna prueba de que ellos
habían sido enviados por Dios; y como esperaría que los ministros de sus
propios dioses hicieran las mismas obras, la contienda, por la misma naturaleza
del caso, sería una contienda de milagros.
Egipto, como
el resto de las culturas del Medio Oriente, era un país donde la magia
florecía. Se creía que a través de la magia era posible influenciar o controlar
a los dioses. Los sabios eran hombres que conocían las artes del ocultismo; los
hechiceros dominaban las fórmulas y los encantos mágicos; los magos eran los
encargados de los libros de magia.
Dios realizó
un milagro al convertir la vara de Aarón en una serpiente. Pero los magos de
Faraón pudieron imitar el acto con trucos o hechicería. Su “éxito” aparente
muestra el poder de limitado de satanás para imitar ciertos milagros.
Faraón pidió
una señal, pero cuando vio una, no creyó.
Ante la
negativa de Faraón, Dios convirtió las aguas del Nilo en sangre para mostrar a
Faraón quién era El.
Egipto era
una gran nación, pero la mayor parte de la población se encontraba en las
márgenes del río Nilo. Esta vía fluvial de casi cinco mil quinientos kilómetros
era realmente un río de vida para los egipcios. Hacía posible la vida en una
tierra que estaba prácticamente desierta al proporcionar agua para beber, para
la agricultura, para el aseo y para la pesca. La sociedad egipcia era un
cinturón de civilización alineado en las márgenes de esta fuente de vida y
raramente se adentraba en el desierto que la rodeaba. Sin el agua del Nilo,
Egipto no podía haber existido.
La plaga duró siete días; y en todo
ese tiempo el orgulloso corazón de Faraón no le dejó desear que Moisés orara
para eliminar la plaga.
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