LECTURA
DIARIA:
2 de Crónicas capítulo 13
Abías reinó
en Judá por solo tres años, distinguiéndose solo por su campaña militar contra
Jeroboam. Obedeció las leyes de Dios pero “su corazón no fue íntegro con
Jehová su Dios, como el corazón de su padre David”.
El cronista
menciona a Micaías como la madre de Abías. Su imagen de un rey guerrero lo
llevó a rodearse de casi medio millón de hombres de guerra escogidos. Dando
evidencias de ser un buen estratega militar, Abías escogió el monte Zemaraim
para proclamar las convicciones judías en cuanto a su elección como el pueblo
de Jehová para siempre. El pacto de sal alude a la tradición de que los pactos
de buena intención podrían ser ratificados con una cena bien sazonada, y
podrían tener carácter de permanencia.
Los hombres
ociosos y perversos que se rebelaron contra Roboam eran los hijos de Belial.
Estos hombres eran sin valor ni mérito, ni para su sociedad ni para Dios.
Aunque Roboam ya había cumplido los 41 años de edad, todavía era inmaduro de
corazón para con Dios, inmaduro para comprender los planes de Dios en Judá.
Según 1 de
Reyes 14.9, Jeroboam hizo otros dioses e imágenes de fundición. El cronista es
más específico al decir becerros de oro para consumar la idolatría de Israel.
Abías
demostró su lealtad a las leyes ceremoniales dadas por Moisés para el templo.
No cabe duda alguna de que esto les trajo a la memoria las expectativas de
Israel cuando rodearon las murallas de Jericó y cómo Dios respondió en el
séptimo día.
Entonces
clamaron a Jehová, y los sacerdotes tocaron las trompetas y los hombres de Judá
gritaron con estruendo. Se había dado lo que el enemigo temía: aquel grito
familiar que siguió a las trompetas de los sacerdotes profesionales era indicio
de que Dios estaba del lado de Judá. Dios desbarató al enemigo y los entregó en
su mano. La derrota de Jeroboam fue masiva, porque medio millón de sus soldados
fueron muertos en el campo de batalla.
Simbólicamente,
la captura de Betel representó una victoria espiritual para Abías. Es posible
que esta victoria sobre Jeroboam haya movido al rey de Siria más tarde a buscar
una alianza con Judá. Con el 62% de su ejército destruido, Jeroboam dejó de ser
una amenaza para Judá; finalmente, Jeroboam murió herido por Jehová.
El cronista
termina su narrativa haciendo una observación familiar en la práctica que
prevalecía entre los reyes de Judá: Tomó para sí catorce mujeres.
Lamentablemente, esas uniones fomentaban la poligamia y la idolatría en la
nación. Muchas de las mujeres cananeas traían sus propios dioses a la casa real
y daban a luz hijos que más tarde se desviaban de los caminos de Dios.
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